Marina Ayala

En ciertas circunstancias detenerse a pensar produce vértigo. Casi, casi uno prefiere mantenerse absorbido por las tareas rutinarias o por las lecturas banales. Nada mejor que una buena serie para no caer víctima de un ataque de pánico que podría producir el pensamiento. Muchos insistimos que los males, de los cuales nos quejamos, son producto de las multitudes no pensantes que nos arrastran a todos a los abismos de la sobrevivencia. Pensar es un horror que sabemos cómo empieza, pero no como ni cuando termina, una guerra que libramos con nosotros mismos. No culpo para nada a aquellos que gastan su tiempo campaneando un escoces y disfrutando de un partido de futbol, si es de la liga española mejor porque hasta chuteando hablan nuestro idioma.

Pero el día se hace largo y las ideas son necias, revolotean, hacen ruido y a veces pican hasta que uno cede y las pone en palabras. Significantes que marean y martillean en horas de descanso y que obedecen a una única norma, a un significado que atrae a uno y a otro significado hasta formar un discurso o producir escritos mas o menos articulados. Todo depende del que escribe y del que lee, del que habla y del que escucha. Bien sabido es que son dos ejercicios totalmente distintos, la intención de decir y aquel que es aun mas complejo, que es el de entender. No todo el mundo puede, y no todos estamos en la obligación de poder. Pero volvamos al vértigo, ¿han pensado todo lo que tenemos en juego en nuestro futuro inmediato? Yo lo miro de reojo para no quedar convertida en una estatua de sal, como ya les ha pasado a los mirones.

Veamos de reojo y armemos escenarios con nuestras representaciones actuando. Supongamos que las urnas favorezcan al candidato opositor de una forma tan abrumadora que no habría forma de negarse a entregar el poder. Sin embargo, de entrada, lo niegan para ceder de mala gana después, es mucho lo que se pone en juego tanto en lo interno como en lo externo. Quedarían desprotegidos por el poder y el dinero todo aquel que han infringido la ley, devenidos objetos esperados para hacer justicia por parte de los afectados, es decir por toda una nación. En lo externo los enemigos de los occidentales demócratas perderían una región geográfica clave, la puerta de entrada y salida de América Latina, donde iraníes, rusos y chinos hacen fiestas políticas y económicas a sus anchas. Cuba se diría enseguida “yo también” y Nicaragua se estremecería de envidia con solo la idea de quitarse sus monstruos de encima. Todo un revuelo que sería anunciado nada menos que desde nuestra baranda.

Acabo de representar el mejor escenario que por perfecto y deseado no creo que se cumpla en este “no perfecto mundo”. Creo que de llevarse a cabo realmente las elecciones en la fecha señalada, ganarán la fuerzas que se oponen a la banda enquistadas en Miraflores, pero serán boicoteadas de una forma grotesca y allí es donde se le dará a la ciudadanía todo el derecho para pelear por su legítima causa. El movimiento ciudadano sólido y decidido es lo más importante en nuestro momento. ¿Y entonces? entonces veremos cómo responde un ejército desvirtuado en sus funciones, pero también maltratados. No lo veo fácil ni es un asunto de tener esperanzas y fe. No esperemos actos democráticos de quienes no son democráticos. De quienes no creen en elecciones, ni respetan a los adversarios. Vienen tiempos difíciles y cuando lo pienso con cierta seriedad siento que en mi cabeza todo da vuelta. Prefiero campanear un escocés y ver la liga española que chutean en español. No me queda sino un ¡Hala Madrid!