Marina Ayala

A veces una lectura te trae la respuesta que sin darte mucha cuenta estabas buscando. En esta ocasión fue el artículo de Sandra Borda que puso a circular Fernando Mires en su blog. Afirma Sandra que las promesas incumplidas que acarreó la globalización es parte de la razón por la que la democracia se encuentre en vías de extinción. Mucho se habla del peligro que enfrenta occidente y su sistema político democrático que cada vez tiene menos aliados. Enemigos internos como externos hacen fuerza para extinguir un Estado que aparece como uno de los protagonistas del desengaño. Al hablar de Estado estamos hablando de las normas e instituciones que velan por el cumplimiento de la dinámica democrática.

Occidente es un mundo roto, desengañado y frágil que se encuentra en una constante revisión de sus creencias y en la búsqueda apresurada de promesas nuevas. He aquí su “Tendón de Aquiles”, el deseo de vivir constantemente de la ilusión de un paraíso, oportunidades para todos, igualdad de los ciudadanos, aceptación, solo felicidad y armonía sería lo que se viviría una vez alcanzadas las metas. Esas metas inalcanzables no se alcanzaron nunca, por supuesto, entonces raudo y veloces llegaron los disfrazados de redentores con nuevas promesas y proyecto de dominación muy bien planeado. Primera tarea acabar con las instituciones y vender la idea de que “el estado soy yo”. Los líderes políticos se mimetizaron con el proyecto de personalismo y ahora se repite desde cualquier trinchera. No salimos del esquema y todo deriva en un espejismo.

Estados debilitados y ciudadanos desilusionados y narcotizados con placeres basados en la imagen y juventud. Es lo que ofrece un candidato montado en una tarima cantando y bailando hasta que la prótesis se les cae y la vergüenza de la burla los abruma por un ratico. No hay nada que se quiera ocultar más como el pasar de los años. Se nos vende con facilidad estas ilusiones, pero no se hace énfasis en lo necesario que es revitalizar el Estado y las instituciones. Se siguen haciendo promesas y presentándose como figuras redentoras que la multitud adora y eleva al altar de figuras milagrosas. Es el populismo que vende ilusiones, el conocimiento profundo del Estado y el manejo apropiado de los asuntos públicos no importan o ello se aprende en la práctica. De esta forma no importa si el candidato tiene experiencia en estos asuntos o por lo menos estudios. No es el conocimiento lo que gana votos, son las promesas de un salvador impoluto. En palabras de Sandra Borda “Un líder carismático que desprecia la construcción de consensos y el respeto a los procedimientos propios de la institucionalidad democrática”.

La democracia no se alcanzará hasta que no se fortalezcan las instituciones y los ciudadanos sean capaces de salir de sus sueños idílicos y ponerse a trabajar con la responsabilidad de vigilar la concentración de poder y las decisiones de Estado. La participación ciudadana es fundamental, no hay otra vigilancia más eficaz. Es necesario que las instituciones permanezcan atentas a los intereses de los ciudadanos. Como vemos el llamado no es solo a un cambio de régimen sino a una manera diferente de hacer política que es lo que aún no aparece en nuestro país. Queremos con mucha pasión salir de este agobio con líderes políticos populistas. ¿Las exigencias ciudadanas quedarán relegadas, nuevamente? Noah Harari subraya que “las libertades individuales se socavan desde dentro y en las que, de hecho, los conceptos “libertad” e “individual” ya no tienen mucho sentido”.